El sacramento de la Unción confiere una gracia particular, que une más íntimamente al enfermo a la Pasión de Cristo, por su bien y por el de toda la Iglesia, otorgándole fortaleza, paz, ánimo y también el perdón de los pecados. Además, este sacramento concede a veces, si Dios lo quiere, la recuperación de la salud física. En todo caso, esta Unción prepara al enfermo para pasar a la Casa del Padre.
La Unción de enfermos es el sacramento por el que Jesús, que sanó a tantos dolientes, se acerca hoy a los más necesitados de su fuerza y de su ayuda. Los enfermos son los que llevan la cruz más grande de la Iglesia, y, si la llevan con amor, son su fuerza más impresionante.