En este ambiente alegre de la Navidad, la Iglesia nos invita a contemplar a la sagrada familia: Jesús, María y José.
Ellos son, en primer lugar, la manera que Dios quiso de confirmar esa institución que Él mismo quiso desde el principio, cuando creó al hombre a su imagen y semejanza: varón y mujer los creó. Para que se complementaran, se ayudaran a cumplir la voluntad divina, y colaboraran con Dios en la creación de nuevos hombres. La familia no es un invento de la sociedad, sino del mismo Creador, y está inscrita en la esencia de la propia naturaleza humana.
Esto se entiende mejor si tenemos en cuenta que Dios vive en familia. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo forman esa comunidad en la que los tres se entregan, se compenetran y se aman totalmente. Y por eso «Dios vive feliz y descansado, en la compañía dichosa de su hogar eterno», como dice la Madre Trinidad.
Hoy es un día para ponernos delante de la Sagrada Familia de Nazaret y, con sinceridad y humildad, procurar 3 cosas:
- Dar gracias a Dios y a los demás miembros de la familia por la familia que tenemos. Ninguna es perfecta, pero es la comunidad donde el Señor nos ha puesto y nos ha colmado de gracias. ¿Agradecemos la cantidad de cosas que tenemos o las damos por supuestas?
- Pensar cómo estamos viviendo nuestro papel en la familia. Los esposos, ¿estáis aprovechando el don especial que Dios os dio en el sacramento del matrimonio para buscar la felicidad de vuestro cónyuge? ¿Os dais cuenta de que vuestro doble objetivo es ayudarlo a llegar al cielo y colaborar con Dios para que haya más personas que puedan un día ir también al cielo? Un matrimonio funciona si cada cónyuge buscar hacer feliz al otro; y si no, no funciona. Hijos, ¿buscáis hacer felices a vuestros padres y a vuestros hermanos o solo los veis como «electrodomésticos» o como vecinos casi molestos? Y a los abuelos, a quienes la CEE nos pide prestar especial atención este año, ¿cómo los tratáis? ¿Tenéis paciencia y cariño, pensáis en lo que les alegra, o solo os acordáis cuando necesitáis que os echen una mano? Cuántas cosas podríamos añadir… en ella estamos llamados a santificarnos. S. Pablo nos ha dado unos consejos que siguen siendo válidos. ¿Por qué no los leéis y los comentáis en familia estos días? Es el capítulo 3 de la carta a los Colosenses.
- Interceder por los demás miembros de nuestra familia: los que ya han fallecido, los que están lejos de Dios, los que sufren… Y por todas las familias del mundo. Hacedlo a través de María y, especialmente este año, por de S. José. Cuánto escucha el Señor las oraciones sinceras de una madre, un padre, unos hijos…
Que María y S. José nos ayuden a parecernos a aquella Sagrada Familia que tuvo siempre como centro y como culmen al Niño Jesús, Dios hecho hombre por amor.