¿Qué es lo que más deseas en tu vida? ¿Cuál es tu mayor aspiración? ¿Qué es lo que más te gusta, lo que más te importa? Si se lo preguntásemos a san Pablo, nos respondería lo que nos ha dicho en la segunda lectura de hoy: “Todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo”. Es una frase muy fuerte y muy clara. Y la complementa diciendo que la vida cristiana es como una carrera cuya meta es Cristo. Y nosotros, ¿vivimos así…?
Si tenemos este interés, entonces podremos acoger en nuestro corazón el perdón y la salvación que Jesús quiere darnos lleno de misericordia. Esta misericordia la vemos el Evangelio de hoy, en el que Jesús nos enseña a distinguir entre el pecado y el pecador. El pecado es malo, injusto, produce daño a los demás como a nosotros mismos, ofende a Dios y nos separa de Él, tiene unas consecuencias terribles aunque a veces no las veamos. El pecado hay que condenarlo siempre. En cambio, el pecador es una persona a la que Jesús ama infinitamente, por la que ha derramado toda su sangre y ha muerto en la cruz. Por eso, Él siempre lo mira con misericordia, con amor, con paciencia, dándole otra oportunidad para que pueda arrepentirse y pedirle perdón. Al pecador hay que amarlo. ¡Pero es que el pecador eres tú y soy yo! Por tanto, acojamos el perdón de Dios, especialmente en el Sacramento de la Penitencia. Y después, imitemos la divina misericordia con los demás no juzgando, no poniendo etiquetas, no descartando, sino diferenciando entre el pecado y el pecador.
Estamos ya cerca de la Semana Santa, la semana más importante del año litúrgico. Y tenemos que intentar vivirla poniendo a Cristo en el centro. Vamos a tener el gran regalo de vivir verdaderamente la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús porque la Iglesia nos lo va a hacer presente a través de la Liturgia. Ojalá esta Semana Santa podamos dar al Señor la alegría de que acogemos su perdón y su salvación de verdad. Y de que cambiamos nuestra vida para ser misericordiosos con los demás.
Que María nos ayude a aprovechar bien esta última semana y así vamos una semana santa llena de Dios.