«Amar a Dios y amar al prójimo». Aquí se resumen toda la voluntad de Dios para nosotros, todos sus mandamientos. Pero, ¿por qué Dios nos manda amar? Él es quien nos ha creado y nos ha dado la capacidad de unirnos a Él, de amarlo, de participar de su vida y ser felices para siempre llenos de Él. Sin embargo, el pecado original y nuestros propios pecados nublan ese objetivo que Dios ha querido para nosotros y provocan que, muchas veces, utilicemos esa capacidad, en vez de para amar a Dios, para mar otras cosas o a nosotros mismos más que a Él. Por eso Él, actuando como Padre bueno, nos manda, nos pide que cumplamos el fin para el que hemos sido creados y así seamos felices.
¡Qué hermoso es amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas…! ¿Sabéis por qué en el cielo seremos totalmente felices? Porque amaremos a Dios así. También nos llenamos de alegría cuando amamos de verdad a los demás. Pero si, a veces, amar a Dios es difícil, no digamos amar al prójimo. Porque Dios nunca nos fastidia, pero los demás…
Por todo ello, nos damos cuenta de que tenemos que crecer en el amor. Déjame que te dé 3 consejos para mejor en el amor adiós y otros 3 para mejorar en el amor a los demás:
Para amar más a Dios:
- Pídele su amor: el amor de Dios en persona es el espíritu Santo. El Padre está deseando derramarlo en nosotros a través de su Hijo, pero se lo tenemos que pedir: que Él sea ese amor grande, fuerte, inquebrantable, capaz de poner siempre a Dios en el primer lugar.
- Dile que lo quieres: ¿cuándo fue la última vez que le dijiste al Señor «te quiero»? Díselo con el salmo de hoy: «Yo te amo Señor, tú eres mi fortaleza». Díselo muchas veces con tus palabras en tu oración ante la eucaristía, en casa, en el trabajo, cuando reces alguna oración, cuando alabemos a Dios en la liturgia… Ya verás como tu alma se siente esponjada y a gusto agua ¡porque para eso te ha creado Dios!
- Conócelo mejor: cuanto más lo conozcas de una forma cálida y saboreable, más te darás cuenta de cuánto te ama, de cuánto ha hecho por ti, de cómo siempre está a tu lado. Y más te darás cuenta de su grandeza, de su belleza, de su riqueza… que te irá atrayendo cada vez más. El amor busca unirse al bien, y Él es el bien infinito.
Y para amar más a los demás:
- Pide por ellos: por todos, especialmente por los más cercanos, pero sobre todo por los que más daño te hacen. Te sorprenderás al ver cómo el Señor va cambiando tu actitud hacia ellos.
- Míralos con la mirada de Jesús: no te conformes con una mirada meramente humana. Piensa cómo les miraría Jesús y eso hará que tengas una perspectiva distinta y mucho más justa y comprensiva con todos.
- Confiésate más: sí, porque cuando hacemos examen de conciencia y pedimos perdón a Dios, nos damos cuenta de que somos muy débiles, y esto nos hace tener más comprensión con las debilidades de los otros.
Pidamos ahora al Señor por medio de María, Madre del Amor Hermoso, que nos ayude a crecer en el amor a Dios y a los demás.