1. Lectura del Evangelio de la quinta semana de Cuaresma
EVANGELIO
El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 1-11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?».
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó:
«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».
Ella contestó:
«Ninguno, Señor».
Jesús dijo:
«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».
Palabra del Señor.
2. Lectura de la Madre Trinidad
Frutos de oración. «Un abismo atrae a otro abismo» , pp. 7
1.106. ¡Qué descanso! La misericordia se manifiesta en la miseria. A mayor miseria más grande misericordia. ¡Qué gozo que Dios sea tan amor, que nos ame, no porque nosotros seamos buenos, sino porque Él es infinitamente bueno! (25-1-75)
1.107. Un abismo atrae a otro abismo; por eso mi pequeño ser te robó. (11-5-61)
1.108. Señor, ¿por qué me amas tanto…? –Eres tan pequeña, pobre y nada que robas mi corazón de Padre. (27-3-62)
1.109. Señor, ¿qué te enamoró de mí? –Tu pobreza, tu nada, tu pequeñez. (27-3-62)
1.110. Dios mío, nuestra miseria te robó de tal forma, que «el Verbo se hizo carne» y, a través de María, nos dio a participar su vida divina durante todos los tiempos en la Iglesia. (28-6-61)