Lecturas recomendadas: 4ª semana de tiempo ordinario

1. Lectura del Evangelio de la segunda semana de tiempo ordinario

EVANGELIO
Jesús, como Elías y Elíseo, no solo es enviado a los judíos.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 4, 21-30

En aquel tiempo, Jesús comenzó a decir en la sinagoga:

«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír»

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.

Y decían:

«¿No es éste el hijo de José?»

Pero Jesús les dijo:

«Sin duda me diréis aquel refrán: «Médico, cúrate a ti mismo»; haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún»

Y añadió:

«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».

Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se seguía su camino.

Palabra del Señor.

2. Lectura de la Madre Trinidad

«La Iglesia y su misterio». Opúsculo 3 , pp 33

¡Qué riqueza encierra en sí la realidad trascendente de Cristo…! Él es el Sumo y Eterno Sacerdote por tener en sí toda la realidad infinita y toda la realidad creada. Él es la unión de Dios con el hombre, porque, en Él, Dios se nos da en la comunicación infinita de su intimidad familiar; y porque, en Él, todos los hombres entramos a tomar parte en la misma vida de Dios.

«Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres»

¡Misterio trascendente el de la Encarnaciónb por el cual Dios es Hombre y el Hombre es Dios…! «Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros».