1. Lectura del Evangelio del domingo de la 2ª semana de Adviento
San Marcos 1, 1-18
Enderezad los senderos del Señor
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino.
Una voz grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.”»
Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba:
—«Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».
Palabra del Señor.
2. Lectura de la Madre Trinidad
«María en los planes de Dios”
Opúsculo 5, pp. 41-53
667. La grandeza de María le viene de su Maternidad Divina; y, al ser Madre de Cristo, que es la Cabeza del Cuerpo Místico, lo es también de todos y cada uno de sus miembros (18-4-69).
668. Si la Virgen, por ser Madre de Cristo y en Él de todos los hombres, no hubiera cooperado a la realización de la voluntad divina, el plan eterno sobre la Iglesia y el mundo no hubiera sido cumplido según el deseo de complacencia de Dios. (14 -11-59)
669. Nuestra Señora fue creada e introducida en el plan divino para ser Madre de Jesús y estar junto a Él; por eso Dios le concedió un conocimiento tan grande de su propio Hijo, que se adhirió a Él en unión tan una, que su voluntad quedó robada por el Infinito. (9 -1- 65)