El color morado de las vestiduras litúrgicas y la corona de cuatro velas que hay junto al altar nos hablan de que inauguramos hoy el año litúrgico con este primer domingo del tiempo del Adviento. Un tiempo de esperanza, de alegría, de preparación.
Y es que el Adviento nos prepara a las 2 venidas de Cristo:
- La primera se realizó ya. Fue la venida de su Encarnación y nacimiento, con la que Dios unió el cielo y la tierra, y nos dio de nuevo la posibilidad de entrar en su reino, cosa que habíamos perdido con el pecado original. Y esta primera avenida la vamos a vivir gracias a la liturgia, no solo a recordar, dentro de apenas un mes.
- La segunda venida será al final de los tiempos. No sabemos cuándo será pero tenemos la certeza de que ocurrirá.
En realidad, toda nuestra vida es una preparación. No una preparación por miedo, sino por amor al Esposo, que ya llega. Pero, en el Adviento, se nos invita a prepararnos especialmente. Las lecturas de hoy, y sobre todo el Evangelio, nos hablan más bien de la preparación a la segunda venida de Jesús. Y Él mismo nos avisa: “Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida”. Todos tenemos tentaciones, pero anda que inquietudes… ¿quién no tiene ninguna? Cuántas preocupaciones, cuántos sufrimientos, cuántas angustias… Además, estamos bombardeados por tantas cosas, tantas ofertas, que si el “Black Friday”, que si las compras, que si la lotería, que si dónde y cómo vamos a celebrar la Navidad… Jesús nos dice que tengamos cuidado, porque nos pueden embotar el corazón. ¿Por qué? Porque nuestra capacidad es muy limitada, y si estamos todo el día dando vueltas a las cosas y preocupándonos en exceso, ya no nos queda capacidad para Dios, y se nos pueden escapar los días y la vida entera…
Por ello vamos a pedir a María, que vivió como nadie este tiempo de espera, que llevaba conscientemente a Jesús en sus entrañas virginales, que nos guíe y nos enseñe a aprovechar todos los medios que tenemos a nuestro alcance para prepararnos bien a la venida del Señor. Y os propongo 2 cosas prácticas, siguiendo el Evangelio de hoy:
- Vamos a hacer una buena confesión, que nos limpie de todos esos pecados que impiden o dificultan nuestra unión con Dios.
- Vamos a acordarnos del Señor cada vez que recibamos una “bomba” publicitaria proponiéndonos algo. Pensemos: yo lo que tengo es que prepararme para recibir al Señor.
Así, podremos “mantenernos en pie ante el Hijo del Hombre”.