«Ya vuestra presencia es una manera de expresar la importancia y la grandeza que tienen el matrimonio y la familia en la vida y en la historia de esta humanidad». El arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, agradeció con estas palabras la asistencia de los más de 40 matrimonios que el pasado domingo, 13 de junio, celebraron con una Eucaristía sus bodas de diamante, de oro y de plata. Organizada por la Delegación Episcopal de Laicos, Familia y Vida en la catedral de la Almudena, en ella también participaron los delegados, María Bazal y José Barceló.
Durante la homilía, el purpurado recordó que la fidelidad de Dios también se expresa a través de sus vidas matrimoniales. «¡Qué grande es conocer a Jesucristo!», expresó sobre la Palabra proclamada, que «nos hace descubrir el relato que tenéis que hacer cuando un día, en libertad absoluta, decidisteis unir vuestras vidas y hacer de esas dos vidas una sola», construyendo la unidad desde la «fuerza del amor» tal y como lo canta el apóstol Pablo: comprensivo, servicial, no es egoísta, no se engríe, disculpa sin límites, cree sin límites, no pasa nunca…
Este conocimiento de Jesús, colocado «en el centro de nuestra vida», le llevó a referirse al capítulo primero de Amoris laetitia, en el que el Papa observa que «el matrimonio hay que descubrirlo a la luz de la Palabra», que es Jesucristo mismo. La ley del amor es «el don de sí hacia el otro», y esto «es el matrimonio», describió el cardenal Osoro. «Tenemos que anunciarlo a todos los hombres» porque «el bien de la familia es decisivo para el futuro del mundo y para el bien de la Iglesia».
Cuando en este mundo se pierde la fe, cuando hay una práctica religiosa «menos fervorosa», cuando «no hay política de familia», cuando «no damos importancia a esas dos laderas que todos ser humano necesita para venir a este mundo», que son el padre y la madre, es importante –subrayó el arzobispo– «que los discípulos de Cristo nos unamos» para poner la mirada Jesús y que Él «nos descubra lo que es la vocación de la familia». Un sacramento el del matrimonio que es «la vocación a vivir en el amor y no de cualquier otra fuerza».
El anuncio del Reino
Sobre el Evangelio del día, el purpurado no dudó en asegurar, mirando a los matrimonios que tenía ante sí, que «esto que estoy viendo yo es el Reino de Dios; vuestra familia es el Reino de Dios». Y animó a dejarse hacer por Él, viviendo en su confianza, porque «si unimos nuestras vidas delante de Dios, Dios trabaja». En este punto, el cardenal Osoro invitó a los presentes a «anunciar el Evangelio de la familia […], con vuestra propia vida, sin más».
«Orad», añadió, «mantened ese amor exclusivo» y, sobre todo, «sabedlo transmitir» en estos momentos de la humanidad, sembrando pequeñas semillas, «con una sonrisa, con un gesto de cercanía, con el cuidado a vuestros hijos, a vuestros nietos, con el cuidado a los mayores». «Los discípulos de Jesús viven sobre todo con este emblema: la ley del amor y la ley del don de sí a los otros. Vosotros lo hacéis en el matrimonio, en la familia», concluyó.
Al terminar la celebración, los matrimonios recibieron de manos del cardenal un icono de la Sagrada Familia y una oración, y pudieron departir con él unos minutos.