¿Cuántos dones te ha dado Dios? Es bueno repasarlos de vez en cuando: dones naturales como la vida, la familia, la salud, la inteligencia, las habilidades, las cosas que poseemos… dones sobrenaturales como la fe, la pertenencia a una comunidad, el acceso fácil a los sacramentos, el ejemplo de hermanos nuestros… Este es la primera gran enseñanza de la parábola de los talentos que Jesús nos cuenta hoy en el Evangelio: Dios nos ha colmado de incalculables talentos. No vivamos como esos niños ricos que se acostumbran y desprecian lo que tienen. Seamos agradecidos al Señor por cada uno de los dones recibidos.
La segunda enseñanza es consecuencia de la primera: si son dones que vienen de Dios, tenemos que preguntarle ¿para qué nos los has dado, Señor? También la parábola responde a esto: para hacerlos fructificar. Él cuenta con nosotros para edificar su Reino, que es la Iglesia. Para salvar a nuestros hermanos. Para hacer esta vida más parecida a la del cielo llenándola de amor, de justicia y de paz. Si cogemos todo eso que hemos recibido y no lo usamos como Dios quiere, estamos siendo injustos y falsos. Injustos porque son de Dios, y Él ha pensado muy bien las reglas del juego; si no las cumplimos, estamos estropeando su plan y provocando injusticias. Falsos, porque no somos más que administradores; si actuamos como déspotas buscando egoístamente nuestro propio interés, estamos viviendo en la mentira de creer que ese es el camino de la felicidad. «En servirte a ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero», hemos rezado en la oración colecta. Y no lo olvidemos, aquel señor, después de haber felicitado a los siervos fieles, les dijo: «Entra en el gozo de tu Señor». Es decir, que este hacer fructificar los talentos es necesario para entrar en el cielo. Así que, ¡ojo con la pereza! No nos lleve a ser negligentes hasta tal extremo que caigamos en faltas graves… Y ojo con esa pereza para las cosas espirituales que se llama la «acedia«, que nos puede llevar poco a poco a rechazar el gozo que viene de Dios y a sentir horror por el bien divino. No es ninguna broma…
Por último, la parábola nos dice algo que nos puede resultar curioso: «Al que tiene, se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene». Quiere decir que, si no respondemos a Dios por los talentos que nos ha dado, nos los quitará y se lo dará a otro que los haga fructificar. Si miramos la historia de la Iglesia, vemos que, en las épocas de más confusión y persecución, siempre surgieron grandes santos. ¿Por qué? Porque los dones que tantos rechazaban, ellos los recogían como una gran antena que capta todas las ondas. Hermanos, hoy muchos hombres están rechazando a Dios… Demos un paso adelante para que el Señor encuentre respuesta en nosotros por aquellos que no le responden.
Fijémonos en María. Ella recibió más talentos que nadie, y los utilizó buscando siempre cumplir la voluntad de Dios. Que ella nos guíe para ser agradecidos por tantos dones recibidos, los pongamos a funcionar para que den mucho fruto y estemos dispuestos a responder también por aquellos que no lo hacen. Así, seremos felices aquí y un día entraremos alegres al banquete del Señor.