Lecturas recomendadas: 3ª semana de Pascua

1. Lectura del Evangelio de la 3ª semana de Pascua

EVANGELIO

Así estaba escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 24, 35-48

En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:

«Paz a vosotros».

Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo:

«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».

Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:

«¿Tenéis ahí algo de comer?»

Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.

Y les dijo:

«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».

Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo:

«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

Palabra del Señor.

2. Lectura de la Madre Trinidad

“El gran momento de la Consagración” la Iglesia y su misterio

¡Oh, si yo fuera sacerdote…! ¡Ungido, escogido y predestinado para ser, con Cristo, sacerdote, mediador que ofrece y se ofrece a la Santidad infinita, para gloria de esa misma Santidad eterna y salvación de las almas…!

¡Oh, si yo fuera sacerdote…! Éste ha sido el sueño que, durante toda mi vida, ha llenado totalmente mi alma de hija de la Iglesia, enamorada del Sumo y Eterno Sacerdote.

¡Oh, si yo hubiera tenido ese gran privilegio…! Si mi alma hubiera recibido de Dios el don incalculable de ser sacerdote… Si yo hubiera escuchado sobre mí estas palabras: “Tú eres sacerdote eterno…” Si la unción sagrada hubiera esparcido sobre mi pobre ser su aroma suavísimo…