1. Lectura del Evangelio del domingo 5 de Julio
San Mateo 11, 25-30
Soy manso y humilde corazón
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me lo ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor.
2. Lectura de la Madre Trinidad
«¡Quién como Dios!»
La Iglesia y su misterio
¡Qué feliz es Dios…! Y ante esta realidad terrible de mi Dios feliz, todo lo demás no es. Porque, ¿puede haber alegría más grande, para el alma enamorada, que saber que su Dios es tan dichoso?
Alma enamorada del Infinito, ¡si supieras lo feliz que es Dios…!, ¡si barruntaras por un instante esa felicidad eterna en la cual el Increado se es infinitamente dichoso en sí mismo y por sí mismo…!
¡Oh…! “¿Quién como Dios…!” ¿Quién como el Ser que se es, por sí mismo y en sí mismo, su subsistencia infinita, en tal perfección que todo lo que Él es, siempre se lo está siendo, sin principio y sin fin, en una alegría eterna de júbilo infinito y en una comunicación trinitaria de amor mutuo…?