Tras el rezo del Regina Coeli este domingo en la Plaza de San Pedro, Francisco hizo una petición muy concreta: «Hoy comienza el mes dedicado a la Madre de Dios. Quisiera invitar a todos los fieles y comunidades a rezar el Rosario por la paz todos los días de mayo«.
En su pensamiento, obviamente, la guerra en Ucrania, en particular la ciudad de Mariúpol (etimológicamente, ‘ciudad de María’), «bárbaramente bombardeada y destruida». El Papa pidió que se establezcan «corredores humanitarios seguros para las personas atrapadas en la acería de esa ciudad».
«Sufro y lloro pensando en los sufrimientos de la población ucraniana y en particular de los más débiles, los ancianos y los niños», confesó: «Llegan incluso terribles noticias de niños expulsados y deportados… Por favor, no nos rindamos a la lógica de la violencia, a la perversa espiral de las armas. ¡Tomemos el camino del diálogo y de la paz! Oremos».
El pontífice recordó las dos celebraciones civiles del 1 de mayo, la fiesta del trabajo, en la cual pidió «renovar el compromiso de que el trabajo sea digno en todas partes y para todos», y el día mundial de la libertad de prensa, que le llevó a rendir un homenaje «a los periodistas que pagan personalmente su servicio a este derecho» y que «con valentía, nos informan sobre las plagas de la humanidad», incluso a costa de su vida: 47 murieron durante 2021 ejerciendo su profesión y 350 fueron encarcelados.
Antes de esta tradicional oración dominical, que durante el tiempo pascual sustituye al Ángelus, Francisco glosó el Evangelio del Día, que recoge la tercera aparición de Jesús a los apóstoles, a orillas del lago de Galilea (Jn 21, 1-19), cuando, desalentados, vuelven a su vida anterior como pescadores. Pero no pescan nada en toda la noche.
Comprometerse con Jesús sin demasiados cálculos
«También a nosotros nos puede pasar que, por cansancio, desilusión, quizás por pereza, nos olvidemos del Señor y descuidemos las grandes opciones que hemos tomado, para contentarnos con otra cosa», dijo el Papa: «Por ejemplo, no dedicamos tiempo a hablar en familia, y preferimos los pasatiempos personales; nos olvidamos de la oración, dejándonos arrebatar por nuestras necesidades; descuidamos la caridad, con la excusa de las prisas diarias. Pero al hacer esto nos sentimos desilusionados: era precisamente la desilusión que sentía Pedro, con las redes vacías, como él».
¿Qué hace Jesús ante esto? «No hace reproches, sino que llama a sus discípulos con ternura», y esta vez las redes «se llenan hasta lo inverosímil».
«Hermanos y hermanas», ofreció el Papa como lección, «cuando en la vida tenemos las redes vacías, no es el momento de autocompadecernos, de divertirnos, de volver a los viejos pasatiempos. Es el momento de ponerse en camino con Jesús, es el momento de hallar el valor de recomenzar, es el momento de navegar mar adentro con Jesús… Él piensa solo en ti, en mí, en cada uno de nosotros».
Hoy Cristo Resucitado nos invita también «a zambullirnos en el bien sin miedo de perder algo, sin hacer demasiados cálculos, sin esperar a que empiecen los otros. ¿Por qué? No esperar a los otros, porque para ir al encuentro de Jesús hay que comprometerse».