Una vez más este año, en el mes de octubre, tradicionalmente conocido por los cristianos como el mes del Rosario, la Fundación «Ayuda a la Iglesia que sufre» promueve la iniciativa «Por la unidad y la paz, un millón de niños rezan el Rosario», que esta vez tiene lugar en un contexto muy especial, el de una emergencia sanitaria y social extendida por todo el mundo que no tiene precedentes.
La desorientación causada por la pandemia
«Nuestro mundo ya no es el mismo: lo que antes se daba por sentado, ya que no será así», se afirma en la carta de presentación firmada por el cardenal Mauro Piacenza, presidente de la Fundación y por el asistente eclesiástico, el padre Martín M. Barta.
A pesar de las medidas de protección introducidas, vivimos un sentimiento generalizado de miedo, desorientación e impotencia- se lee en el texto – junto con una gran solidaridad y unidad social experimentada durante los meses más críticos de la pandemia. Sin embargo, es innegable que «el virus también nos ha distanciado y aislado unos de otros». «Estamos inducidos a ver a nuestro prójimo no como una imagen de Dios sino como un peligro, un portador potencial del virus».
En Jesús, Dios ha tomado todas nuestras limitaciones sobre sí mismo
Ante esta emergencia y ante otros «acontecimientos nefastos» con los que el mundo podría tener que lidiar en el futuro, está claro que «la humanidad sin Dios -dice la carta- estaría destinada a la derrota». Sería fatal para nuestro futuro pensar que Dios no tiene nada que ver con el virus, con nuestras enfermedades y momentos de necesidad, como si Él no pudiese hacer nada». Al contrario, Dios está a nuestro lado y en Jesús ha tomado todos nuestros males, incluso el pecado, el peor de los virus.
Por esta razón, Jesús se ha convertido en un «antídoto» contra todas «las desgracias del mundo». Y por esta razón, Dios nos invita a confiar en Él, nos anima a rezar para pedirle su ayuda y a rezar a su Madre que se vuelca a la humanidad en los momentos más oscuros.
La constante presencia de María al lado de la humanidad
La carta recuerda cuántas veces en los últimos 200 años la Virgen se ha aparecido en todos los continentes para predecir «un futuro lleno de alegría y paz» a condición, sin embargo, de que la gente se convierta. «Vivir en gracia, confesarse bien, llevar una ferviente vida eucarística, rezar el Santo Rosario, leer la Biblia, consagrarse a su Corazón Inmaculado, realizar obras de misericordia», son los gestos que la Virgen María siempre recomienda. Así que aquí está la invitación a adherirse el domingo 18, o, si se quisiera, rezar el Rosario en la escuela, el lunes 19 de octubre próximo, en la iniciativa mundial de oración «Un millón de niños rezan el Rosario». La intención de los acompañantes y los pequeños es ponerse bajo la protección de María a través de la oración dedicada a ella.
La carta concluye agradeciendo a los adultos, padres y maestros, que se comprometerán a dar a conocer a los niños «a María como su madre y a rezar el Rosario», porque esto significará proporcionarles «el mejor equipamiento para el recorrido futuro».
La consagración de los niños a la Madre Celestial
Además del rezo del Rosario, según los misterios gozosos, se propone a los niños una oración especial en esta ocasión, un acto de consagración a María, Madre de Dios pero también de cada uno de nosotros. Una oración que comienza así:
«María, Madre mía, lleno de alegría vengo a ti hoy para darte todo mi corazón. También te doy todo lo que tengo y todo lo que hago, toda mi vida. Vengo a ti con todos los que llevo en mi corazón, mis padres, mis hermanos y hermanas, todos mis amigos, pero también todos los que me han hecho daño. Sé nuestra madre, bendícenos y protégenos».