Pilar Algarate, hasta ahora responsable de Desarrollo de Personas de Cáritas Diocesana de Madrid, asumirá la secretaría general de la entidad el próximo 1 de agosto por un período de cinco años. Lo hará en sustitución de Javier Hernando ante su próxima jubilación, el 31 de julio.
Algarate, con 21 años de trayectoria en Cáritas Diocesana de Madrid, asume esta nueva tarea como una forma de «dar continuidad a lo que vivo y creo; mi vocación no solo es laboral, sino también cristiana, de seguir siendo luz ante las situaciones en las que nos encontramos». No oculta la incertidumbre y, en parte, los «miedos», ante «una realidad que no hemos conocido nunca», la de la pandemia, que sitúa a la entidad frente a «nuevos retos de trabajo».
Uno, avanza, el de adaptar el servicio diocesano de empleo, ya que las necesidades laborales «ahora son distintas». Un ejemplo, el sector de la hostelería, con menos capacidad de inserción laboral ahora mismo. Otro, la forma de atender a las personas, que se tuvo que actualizar por completo con el comienzo de la pandemia. «El último8 año no ha sido fácil» y se impone una «reflexión» sobre todo estos procesos.
La misión de Cáritas es que «las personas nos vean cercanas», y ante estas nuevas realidades la entidad en Madrid aporta una riqueza singular, que es la de «las acogidas parroquiales, donde tomamos el pulso y desde donde salimos a la calle para ser luz y esperanza». Al final, explica la recién nombrada secretaria general, «lo que tenemos que ser es testigos de Cristo, como nos recuerdan el Papa Francisco y nuestro cardenal», y para ello, «ponernos en oración, poner en manos de Dios el trabajo».
Volcada en la formación de voluntarios
Pilar Algarate, profesora, inició su andadura en Cáritas como responsable de voluntariado en distintas vicarías y, posteriormente, estuvo como tutora de jóvenes en un centro de capacitación educativa. Formó parte durante un tiempo del departamento de Comunicación, creando e impulsando las redes sociales y las campañas de sensibilización, y ha dedicado la mayor parte de sus años a la formación y acompañamiento de voluntarios.
Sustituirá en la secretaría a Javier Hernando, al que define como «un gran testigo de lo que nos pide el Papa: ser sal, levadura y luz que ofrece un faro de esperanza a los más necesitados». Hernando ha estado ligado a Cáritas Diocesana de Madrid durante 39 años, los últimos cuatro como secretario general y antes como coordinador general. Él los resume como «un tiempo de gracia»; años de «trabajo, de compromiso», que son mucho más en realidad. «Poder vivir un servicio y poder vivir de ese servicio es una suerte».
Hernando ha afrontado este tiempo con una premisa que le recordó en una ocasión una de las mujeres atendidas: «Javier, tenéis que hacer el esfuerzo de mirar a las personas como personas». «En primer lugar –explica el responsable–, miro a las personas que acogemos y acompañamos. Con ellas he aprendido a valorar al ser humano; cada uno tenemos unos dones que, compartidos, nos permiten crecer juntos».
Y junto a estas personas, Hernando destaca a aquellas «que envía la Iglesia para acompañarlas»: los voluntarios, los trabajadores, religiosos, consagrados, laicos. «En estos 39 años la institución se ha ido tejiendo con estos hilos de tantas personas que han dado ese testimonio diario de nuestra Iglesia».
En todo este tiempo ha habido muchas alegrías, pero también «a veces dificultades, fracasos…». Momentos en los que a Hernando le venía a la memoria esa frase de una canción, «dejad que os cure las heridas que el trabajo por el Reino os ha dejado; reponed con mi Pan vuestras fuerzas, con mi Vino alegrad el corazón». La Eucaristía, «que es el centro y motor de esta corriente de amor que es Cáritas». Y en esto, explica, «la dinámica del buen samaritano es clave: ver y aproximarse al pobre, y dejarse conmover. Si no hay conmoción, me puedo acercar desde la distancia, pero no es un acercamiento evangélico».