1. Lectura del Evangelio del domingo de Pentecostés
San Juan 20, 19-23
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo; recibid el Espíritu Santo
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Palabra del Señor.
2. Lectura de la Madre Trinidad
«El gran misterio de Dios»
La Iglesia y su misterio
¡Oh pletórica y desbordante sorpresa la de la criatura, acostumbrada a vislumbrar sólo las cosas creadas, que, levantada por el único y subsistente Ser en trascendente ascensión, e introducida en la sapiental sabiduría del que se Es; penetra, barruntando, saturada de amor y sobrepasada de gozo, algo de lo que es en sí, por sí y para sí, el único Dios verdadero; que se nos da y manifiesta, en expresión candente e infinita de coeternas canciones, por su Unigénito Hijo, Jesucristo, bajo el impulso amoroso y la fuerza coeterna del Espíritu Santo…!
¡Cómo podrá explicar, ni siquiera balbucear, lo que experimenta el alma, cuando le son descubiertos «los misterios ocultos desde todos los siglos en Dios» en la profundidad profunda y recóndita de la inefable trascendencia de su misterio…!