Lecturas recomendadas: 7ª semana de Tiempo Ordinario

1. Lectura del Evangelio del Domingo

EVANGELIO
Amad a vuestros enemigos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 38-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo, diente por diente». Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.

Habéis oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”.

Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.

Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

Palabra del Señor.

2. Lectura de la Madre Trinidad

“Padre”, La iglesia y su misterio

Alma-Iglesia, tu vida es vivir en intimidad sabrosa con las divinas Personas, en comunicación con la Familia Divina. Es asomarte a la cara de nuestra Iglesia santa para contemplar en su faz hermosa el rostro infinito de nuestro Padre Dios. Es vivir tu filiación divina; estar como el pequeñuelo en el regazo de su padre; sentarte en las rodillas del Eterno para decirle tu secreto de amor, y escuchar embelesada el habla que el Amor dice a tu alma.

La vida del hombre sobre la tierra es un regalo del Amor Infinito, que nos creó para hacernos participar, saborear y vivir de su vida. Toda nuestra vocación, ambiente espiritual, modo de vivirlo, orientación y fisonomía de cristianos podría describirse en la postura del pequeño que mora y descansa en el regazo amoroso del Padre. Llamar Padre a Dios es nuestra fisonomía espiritual; y rondando a esto va todo