1. Lectura del Evangelio del Domingo
EVANGELIO
Yo soy la resurrección y la vida.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 11, 1-45
En aquel tiempo, había caído enfermo un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana. María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro. Las hermanas de Lázaro le mandaron recado a Jesús, diciendo:
«Señor, el que tú amas está enfermo».
Jesús, al oírlo, dijo:
«Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella».
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba.
Sólo entonces dijo a sus discípulos:
«Vamos otra vez a Judea».
Lo discípulos le replicaron:
«Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver de nuevo allí?».
Jesús contestó:
«¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche tropieza, porque la luz no está en él».
2. Lectura de la Madre Trinidad
“La muerte, demostración de que solo Dios se es”. Frutos de oración, pp 20
1.169. La muerte es la rendición del hombre ante Dios, que, con la destrucción de su ser, le dice: Tú sólo eres de por ti, y lo que no eres Tú, no es más que lo que Tú quieres que sea, en tiempo, realidad y ser. (8-5-70)
1.170. Un hombre muerto está diciendo a Dios con su destrucción, en demostración de su total impotencia: Tú sólo eres. (8-5-70)
1.171. La soberbia del hombre termina con y en su destrucción el día de la muerte, sometiéndose al que Es, en manifestación de su nada ante el Todo, que para serlo todo, se es en sí, por sí y para sí mismo. (8-5-70)
1.172. Gracias, Señor, por el descanso que me das, al saber que un día, con mi muerte, yo seré una demostración visible de que Tú sólo eres, y de que yo no soy. (8-5-70)