Lecturas recomendadas: 23ª semana de Tiempo Ordinario

1. Lectura del Evangelio del Domingo

EVANGELIO
El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 14, 25-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:

«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.

Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.

Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, sí echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:

«Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar.»

¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?

Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.

Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».

Palabra del Señor.

2. Lectura de la Madre Trinidad

Frutos de oración. Preludio, pp. 32.  Pobreza.

130. La verdadera riqueza y posesión es tener a Dios, por lo que, el que busca su llenura fuera del infinito Ser, vivirá siempre en la pobreza de nada tener y poseer. (14-9-74)

131. Mi alma-Iglesia se siente inclinada amorosamente, por el impulso del Espíritu Santo, a los pobres y desvalidos, a los que no son en el pensamiento de las mentes soberbias; porque, en el corazón sencillo del pobre e impotente, Dios descansa feliz queriéndole comunicar su perfección (14-9-74)

132. Cuando Dios, que es de por sí el infinito ser y la suma riqueza, quiso decir a los hombres lo que Él era y cómo lo era, enseñándonos el camino para encontrarle, se hizo pobre y, en el desprendimiento de todas las cosas creadas, nos atrajo ha- cia Él para introducirnos en el Hogar riquísimo del Padre. (14-9-74)