1. Lectura del Evangelio de la primera semana de Cuaresma
EVANGELIO
El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 4, 1-13
En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
En todos aquellos días estuvo sin comer, y al final, sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan».
Jesús le contestó:
«Está escrito: «No sólo de pan vive el hombre»».
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:
Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mi me ha sido dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mi, todo será tuyo».
Respondiendo Jesús, le dijo:
«Está escrito: «Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto»».
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: «Ha dado ordenes a sus ángeles acerca de ti, para que te cuiden», y también: «Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con ninguna piedra»».
Respondiendo Jesús, le dijo:
«Está escrito: «No tentarás al Señor, tu Dios»».
Acabada toda tentación el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Palabra del Señor.
2. Lectura de la Madre Trinidad
«El hombre carnal y el hombre espiritual». Frutos de oración, pp. 1
1.366. La felicidad consiste en la llenura perfecta de las exigencias del ser. Un hombre que, siendo espíritu y carne, vive sólo de la carne, no llena sus capacidades y, por lo tanto, no tiene posibilidad de ser feliz hasta no vivir de su doble faceta y bajo el equilibrio del espíritu. (23-1-69)
1.367. Yo soy cuerpo y alma; con el cuerpo vivo de los sentidos materiales; con el alma, de los espirituales. Si no vivo del espíritu soy un hombre anormal que no sabe ser lo que es. (23-1-69)
1.368. El espíritu es el único capaz de orientar nuestro cuerpo; sin la dirección del espíritu, el hombre vive como los animales. (23-1-69)