Lecturas recomendadas: 16ª semana de Tiempo Ordinario

1. Lectura del Evangelio del Domingo

EVANGELIO
Dejadlos crecer juntos hasta la siega.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 24-30

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente diciendo:

«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:

“Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?”.

Él les dijo:

“Un enemigo lo ha hecho”.

Los criados le preguntaron:

“¿Quieres que vayamos a arrancarla?”.

Pero él les respondió:

“No, que, al recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero”».

Palabra del Señor.

2. Lectura de la Madre Trinidad

Frutos de oración. «Te encontrarás con Dios si buscas cumplir su voluntad», pp. 3-6

1.528. La naturaleza humana de Jesús fue asumida por su persona divina, por lo cual, su voluntad humana quedó tan adherida a la voluntad de Dios, que fue como robada por ésta, haciéndola querer sólo según el pensamiento divino; así fue Jesús, por ser el mismo Hijo de Dios. Nosotros hemos sido creados para participarle y ser hijos en el Hijo; por lo tanto, nuestra voluntad ha de pro- curar unirse a Él, no robada por unión hipostática, sino por adhesión voluntaria ante la contemplación del Bien eterno. (9-1-65)

1.529. La santidad no está en hacer grandes cosas, sino en hacer lo que tenemos que hacer con la máxima perfección, dentro de una gran sencillez, alegría y amor. (13-1-70)

1.530. Busca la voluntad divina y te encontrarás con Dios en luz o en sequedad. Donde está el cumplimiento de sus planes, está el Amor. (12-4-67)

1.531. Cuando el Señor quiere escogerse un alma para sí, le da su vida, su amor y su cruz, y el alma amante debe ver en todo al Amor. (6-4-67)