Lecturas recomendadas: 10ª semana de Tiempo Ordinario

1. Lectura del Evangelio del 10º Domingo de tiempo ordinario

EVANGELIO
Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 14, 12-16. 22-26

El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:

«¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?»

Él envió a dos discípulos, diciéndoles:

«ld a la ciudad, os saldrá al paso un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: “El Maestro pregunta: ¿Cuál es la habitación donde voy a comer la Pascua con mis discípulos?”

Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, acondicionada y dispuesta. Preparádnosla allí»

Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la Pascua.

Mientras comían, tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:

«Tomad, esto es mi cuerpo.»

Después, tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron.

Y les dijo:

«Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios».

Después de cantar el himno, salieron para el monte de los Olivos.

Palabra del Señor.

2. Lectura de la Madre Trinidad

“Corpus Christi” “el gran momento de la Consagración” opúsculo 6. Página 3.

¡Oh, si yo fuera sacerdote…! ¡Ungido, escogido y predestinado para ser, con Cristo, sacerdote, mediador que ofrece y se ofrece a la Santidad infinita, para gloria de esa misma Santidad eterna y salvación de las almas…!

¡Oh, si yo fuera sacerdote…! Éste ha sido el sueño que, durante toda mi vida, ha llenado totalmente mi alma de hija de la Iglesia, enamorada del Sumo y Eterno Sacerdote.

¡Oh, si yo hubiera tenido ese gran privilegio…! Si mi alma hubiera recibido de Dios el don incalculable de ser sacerdote… Si yo hubiera escuchado sobre mí estas palabras: «Tú eres sacerdote eterno…» Si la unción sagrada hubiera esparcido sobre mi pobre ser su aroma suavísimo…