Lecturas preparación Domingo V de Cuaresma

1. Lectura del Evangelio del Domingo IV de Cuaresma (10 Marzo)

EVANGELIO
Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto

Lectura del santo Evangelio según San Juan,  Jn 12, 20-33

En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; estos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:
«Señor, queremos ver a Jesús».
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
Jesús les contestó:
«Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre.
En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará.
Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré? ¿Padre, líbrame de esta hora? Pero si por esto he venido, para esta hora: Padre, glorifica tu nombre».
Entonces vino una voz del cielo:
«Lo he glorificado y volveré a glorificarlo».
La gente que estaba allí y lo oyó, decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo:
«Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí».
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.
 
Palabra del Señor.

2. Lectura de la Madre Trinidad

Opúsculo 17. “Yo tengo Fe» , pp 3-62

Yo tengo fe… Y creo en el único Dios verdadero, el que se es en sí, por sí y para sí su misma subsistencia eterna y suficiencia infinita; y en su unigénito Hijo Jesucristo, su enviado, el Ungido de Yahvé, el esperado de las naciones, el prometido a nuestros santos Padres y el ansiado por los Profetas; «Dios de Dios, Luz de Luz», de la misma sustancia y naturaleza del Padre y del Espíritu Santo.

Y por ello, puedo decir con el Apóstol San Pablo: «Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí; vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí»

Yo tengo fe… Y «creo en el Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria»

Un solo Dios y tres personas, iguales en su ser y distintas en sus personas. Y mi vida de fe, llena de esperanza y encendida en el amor, me hace conocer, penetrar y saborear esta inefable, maravillosa y trascendente realidad, principio y fundamento de esa misma fe que poseo, y luz que esclarece todos los misterios que ella contiene, y que a mí me han sido manifestados en sabiduría amorosa, especialmente desde el 18 de marzo de 1959, para que los comunique, con el mandato de: «¡Vete y dilo…!»; «¡Esto es para todos…!».