Un belén en el templo
De todos los detalles que la Parroquia de la Presentación de la Nuestra Señora nos regala para poder acercarnos al Señor, quiero destacar especialmente uno que hace posible que la Navidad se viva de una manera muy especial: el belén viviente.
Por si aún no lo conoces, es un pequeño portal que se coloca en el lateral del templo y que recrea ese pesebre en el que nació Dios hace 2000 años. Sin embargo, más allá de todo el decorado – increíblemente bien hecho, por cierto- hay algo que hace todavía más especial este belén: desde la Virgen María y san José hasta los pastores y los ángeles e, incluso, los Reyes Magos el día de la Epifanía del Señor, están representados por personas y, más en concreto, por niños de 7 a 10 años.
Además de ser una escena llena de ternura el ver cómo todos los pequeños adoran al Niño Dios, es un instrumento para acercarnos muy especialmente al Misterio de la Encarnación, ya que hay un sinfín de detalles que nos pueden ayudar a rezar.
Protagonizado por niños
En primer lugar, el hecho de que esté protagonizado por personas nos ayuda a darnos cuenta del verdadero sentido de la Navidad: Dios se hace hombre por ti y para ti, y se sirve para ello de una mujer cuidada especialmente por Él, como es María, y de un hombre con un corazón grande y sencillo como san José. Como bien dice el Papa Francisco en la Carta apostólica Admirabile signum sobre el significado y el valor del Belén, “la contemplación de la escena de la Navidad, nos invita a ponernos espiritualmente en camino, atraídos por la humildad de Aquel que se ha hecho hombre para encontrar a cada hombre”. Desde aquel día, Dios se hace niño como tú y como yo para que también nosotros podamos unirnos a Él.
Asimismo, los niños tienen algo que les hace adorar de una manera especial al Niño Jesús y que les hace parecerse especialmente a aquellos personajes reales del Belén de hace 21 siglos… la humildad y sencillez de corazón. La única manera de acercarnos a este gran Misterio de la Encarnación es ser como niños, y contemplando este belén viviente, ¡podemos aprender tanto de ellos…!
Donde todos tienen cabida
El día 25 de diciembre tuve la suerte de poder contemplar otro año más este belén viviente y hubo dos cosas que me llamaron particularmente la atención. Por un lado, que había niños de distintas nacionalidades y, por otro lado, ¡que había hasta algún que otro pastorcillo en vaqueros! Estos detalles me ayudaron a comprender que, haciendo referencia otra vez a la Carta apostólica del Papa Francisco, “el belén habla del amor de Dios, el Dios que se ha hecho niño para decirnos lo cerca que está de todo ser humano, cualquiera que sea su condición”.
Además, destaca también especialmente la enorme estrella de Belén sobre el portal, esa que, como a los Reyes Magos, nos indica tantas veces el camino cuando solo vemos oscuridad.
Acércate a conocerlo
Por todo esto y mucho más te animo a que, si aún no lo conoces, te animes a visitarlo en cualquier celebración Eucarística de precepto durante estas Navidades para que tú mismo descubras todo lo que quiere decirte el Señor a través de este Belén viviente porque al final “no es importante cómo se prepara el pesebre, puede ser siempre igual o modificarse cada año; lo que cuenta es que este hable a nuestra vida” y…¡te aseguro que este no te dejará indiferente!
Y todo esto, acompañado de los villancicos especialmente entonados por los miembros La Obra de la Iglesia y por los feligreses, acompañados de guitarras, panderetas y muchos más instrumentos – incluso de don Mario y su tambor desde el Cielo- para que todos los sentidos estén puestos en lo realmente importante.
Alicia Cepeda Fernández