En la Misa funeral por las víctimas del coronavirus, convocada por la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) este lunes, 6 de julio, en la catedral de la Almudena, el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, ha subrayado que en un tiempo en el que «parece que todo se ha oscurecido» como es este de la pandemia «no estamos solos, Dios nos acompaña y no nos deja».
Haciendo referencia al pasaje de la muerte de Lázaro proclamado en el Evangelio, el también vicepresidente de la CEE ha reconocido que «lo primero y más humano es llorar como ellas [Marta y María] y sentirnos solidarios con las lágrimas de miles de personas que ha perdido a sus seres queridos y que aún viven las consecuencias de un duelo tan complejo». Pero igual que Jesucristo consoló a las hermanas de Lázaro, también «nos visita a nosotros […] y nos dice hoy: “Tu hermano resucitará”».
En estos meses «nos hemos sentido frágiles y desorientados» pero Cristo, como hizo con los discípulos, nos invita a no tener miedo. «Estamos llamados a remar juntos, necesitamos confortarnos mutuamente», ha añadido el arzobispo de Madrid, en un momento en que «la humanidad necesita recordar dos sustantivos: hijos y hermanos».
«Somos todos hijos de Dios y, por eso, hermanos entre nosotros. Olvidar estos sustantivos y vivir de adjetivos, como tantas veces hacemos, es un suicidio», ha puntualizado, antes de poner en valor a aquellas personas, creyentes y no creyentes, que han dado «una sencilla lección de solidaridad hasta dar la vida por cuidar la ajena» frente «al sectarismo, a la crispación y al enfrentamiento».
El purpurado ha concluido su homilía destacando las tres llamadas que el Señor hace «a los que vivimos en comunión con Él»: defender el derecho a la esperanza, dar ánimos y no guardarse «el tesoro que es Jesucristo para nosotros».
Llamada a volver la mirada a Jesucristo
El cardenal Juan José Omella, presidente de la CEE, también ha querido mostrar la cercanía de la Iglesia que peregrina en España con las víctimas al hacer suyo «el dolor, el sufrimiento de los familiares de los difuntos». Un dolor profundo que ha provocado no solo su muerte sino «también las condiciones de su partida, lejos del contacto de sus familiares y amigos, sin poder cruzar palabra».
El mejor regalo que se les puede hacer, en palabras del también arzobispo de Barcelona, es «nuestra oración y acción de gracias por todos y cada uno de ellos». Recordando unas palabras de Calderón de la Barca, ha deseado que «todo lo vivido y sufrido sea acogido como una llamada a volver nuestra mirada y nuestra existencia hacia Jesucristo».
Presencia de los reyes y de familiares de víctimas
La Misa funeral, que ha sido concelebrada por más de 35 obispos y numerosos sacerdotes, ha contado con la presencia de sus majestades los reyes, la princesa de Asturias y la infanta Sofía, así como la vicepresidenta del Gobierno de España, Carmen Calvo, en representación del presidente del Gobierno; la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet; la presidenta del Senado, M.ª Pilar Llop; el presidente del Tribunal Constitucional, Juan José González Rivas; el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes; el jefe de Estado Mayor de la Defensa, Miguel Ángel Villaroya; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso; el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y el presidente del PP y líder de la oposición, Pablo Casado, entre otros. Ello ha generado gran expectación mediática, con casi 170 profesionales acreditados.
Además, entre los asistentes, bajo la imagen de Santa María la Real de la Almudena, se ha situado un grupo de más de 70 familiares de fallecidos a causa de la pandemia, localizados a través de las vicarías de la diócesis de Madrid. Justo enfrente han estado los representantes de las Iglesias y de las confesiones, así como una representación de los agentes sociales y eclesiales que durante esta pandemia están trabajando en favor de los demás: personal sanitario, voluntarios de Pastoral de la Salud, de Cáritas y de la Orden de Malta, mIembros de las Fuerzas Armadas, de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y miembros de los Bomberos.
Antes de concluir la Misa, el obispo de Ávila, José María Gil Tamayo, que estuvo ingresado por coronavirus, ha leído la oración ante la pandemia del Papa Francisco: «Oh, María, tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. Confiamos en ti, Salud de los enfermos, que junto a la cruz te asociaste al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe. Tú, salvación de todos los pueblos, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que proveerás para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba».
Homilía en vídeo