En la tradicional vigilia de Pentecostés, celebrada este sábado, 30 de mayo, en la catedral, el cardenal Carlos Osoro recordó que en esta solemnidad se cumple lo que el Señor dijo a Moisés: «Si guardáis mi alianza, seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque es mío todo lo que existe».
«Se acerca a nosotros para decirnos: “Os he atraído hacia mí, no estáis solos. He sido yo el que os ha llamado, de modos diversos, en circunstancias diferentes, pero sois discípulos míos. Estáis tomando conciencia de lo que he hecho con vosotros. Os he dado mi vida no para que la guardéis, sino para que la deis a conocer”», explicó el arzobispo.
Según desgranó, se trata de anunciar «a este Dios que tomó rostro humano, que nos ha enseñado a entendernos a nosotros mismos y a entender a los demás», sabiendo uno «que es hijo de Dios, que todos somos hijos de Dios y que todos somos hermanos». Al contrario que «las fuerzas de los hombres», que nos hacen «encerrarnos en nosotros mismos» como ocurrió con los primeros discípulos –detalló–, el Espíritu Santo da «armonía» y lleva a «entregar este amor de Dios».
Esto enlaza, en palabras del purpurado, con la «sed» del ser humano que, como hemos visto «en estos momentos en los que hemos tenido tan cerca la muerte», es «es el gran deseo de vivir que todos llevamos muy dentro». «Solo el Señor puede dar sentido a esa sed que todo ser humano lleva dentro, a nuestro gran deseo de ser, de vivir… En el fondo, el Señor nos dice: “Si tienes sed de vida, acércate a mí, yo te ofrezco la vida plena”», aseveró.
En la vigilia concelebraron los obispos auxiliares monseñor José Cobo, monseñor Santos Montoya y monseñor Jesús Vidal, y estuvieron presentes los delegados de Laicos Familia y Vida, María Baza y José Barceló, y el director del Secretariado de Apostolado Seglar, José Ramón García Herrero, pues en Pentecostés se celebra el Día del Apostolado Seglar y de la Acción Católica.