Santos: Gregorio, Geroncio, Prisco, Mainardo, obispos; Hermas, Cristóbal, mártires; Beato, Benito, Dubán, Tomás, Esteban, Egidiano, Pacomio, abades; Nicolás Albergato, cartujo; Luminosa, virgen.
Son bastante confusas las noticias que tenemos sobre este santo muy venerado en las tierras de Rioja y Navarra.Se le conoce como abad del monasterio de San Cosme y San Damián, en Roma.
El papa Juan XVIII lo hace obispo de Ostia y luego lo eleva al cardenalato, pasando a ser Bibliotecario Apostólico, puesto que mantuvo durante cuatro papados. Participa en el gobierno de la Iglesia, tomando parte en asuntos arduos y complicados de política exterior al tiempo que procura no descuidar el ministerio pastoral.
Parece ser que vino a España en la primera mitad del siglo xi, como Legado papal ante las Cortes de Burgos y Pamplona. Muy probablemente tuvo que ver su envío desde Roma con las cuestiones relativas a la organización eclesiástica de España en una coyuntura en la que se hacía muy necesaria la determinación de los límites de las diócesis que era origen y fuente de numerosos conflictos y no solo por interferencias de jurisdicción episcopal, sino también por la pertenencia a distintos soberanos. Ello conllevaba negociaciones con los reyes y con los obispos interesados, y para esa labor hacía falta un hombre con tacto político y gran sentido eclesial.
Era asunto difícil y espinoso, por los muchos intereses que encerraba, la delimitación de la diócesis de Valpuerta cuya extensión perteneció en gran parte a la desaparecida diócesis visigoda de Calahorra y que llegó a perdurar hasta el 1086, después de la muerte del santo, fecha en que quedó incorporada a Burgos (Campus Castellae) que absorbió en torno a sí a todos los obispados circundantes.
También en el sur de Pamplona, en torno a Nájera, erigen los reyes Santa María la Real como panteón real. Ya había aparecido la figura del Nagalensis o Navarensis o Nazarensis episcopus desde el 925, abarcando las fronteras diocesanas hasta territorios que interfieren Valpuerta y Álava, amén de ocupar toda la Rioja, donde habían proliferado, durante los tres siglos de dominación musulmana, y con la ilusión de ser cada una la continuidad de Calahorra, las diócesis de Albelda, Castella Vetus, San Millán de la Cogolla y Nájera, cuya historia constituye una verdadera maraña, complicada aún más todavía por la presencia de prelados auxiliares u honorarios hasta que se reconquistó Calahorra, en el 1046, y recuperó su antigua capitalidad, aglutinando a las mencionadas.
No siempre dieron buen fruto, o el fruto apetecido, las negociaciones del Legado, pero sí que pudieron hacerse sin discordias entre los reyes y sin enfrentamientos entre los obispos y, desde luego, sentaron las bases para que la obra trascendiera al gestor.
Gregorio no olvidó nunca lo principal de su persona, el ejercicio del ministerio sacerdotal. Predicó en Calahorra y Logroño entre otras poblaciones de la Rioja y Navarra, destacando en sus pláticas la necesidad de conversión y penitencia. Parece ser que esta fue la ocasión en que santo Domingo de la Calzada vivió algún tiempo en su compañía, sirviéndole de paje.
Se cuenta que, en cierta ocasión, libró los campos riojanos de una plaga de animalitos, y por eso le invocan los agricultores de una manera especial contra la langosta.
Vivió alrededor de cinco años en España.
Agotado y enfermo se retiró a Logroño donde parece que murió alrededor del año 1044; pero su cuerpo se venera en la iglesia de san Gregorio de Pinave, entre Viana y Logroño.