Lecturas de preparación del Domingo III semana de Pascua

1. Lectura del Evangelio del III Domingo de Pascua (14 Abril)

EVANGELIO
Así estaba escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas, 24, 35-48

En aquel tiempo contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús en el partir el pan. Mientras hablaban, se presentó Jesús en medio de sus discípulos y les dice:

-«Paz a vosotros.»

Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo:

-«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»

Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:

-«¿Tenéis ahí algo que comer?»

Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo:

-«Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí, tenía que cumplirse.»

Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió:

-«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»

Palabra del Señor.

2. Lectura de la Madre Trinidad

“El gran momento de la Consagración” la Iglesia y su misterio

¡Oh, si yo fuera sacerdote…! ¡Ungido, escogido y predestinado para ser, con Cristo, sacerdote, mediador que ofrece y se ofrece a la Santidad infinita, para gloria de esa misma Santidad eterna y salvación de las almas…!

¡Oh, si yo fuera sacerdote…! Éste ha sido el sueño que, durante toda mi vida, ha llenado totalmente mi alma de hija de la Iglesia, enamorada del Sumo y Eterno Sacerdote.

¡Oh, si yo hubiera tenido ese gran privilegio…! Si mi alma hubiera recibido de Dios el don incalculable de ser sacerdote… Si yo hubiera escuchado sobre mí estas palabras: “Tú eres sacerdote eterno…” Si la unción sagrada hubiera esparcido sobre mi pobre ser su aroma suavísimo…