El sol ha acompañado a los cien mil fieles que en Budapest han acudido con el Papa a la misa de clausura del 52º Congreso Eucarístico Internacional en Budapest. Muchos de ellos llegaron los días anteriores de países cercanos para participar en las conferencias, conciertos, liturgias y actos culturales y devocionales de esta cita.
Hungría tiene 9,8 millones de habitantes, de los que la mitad declaran ser católicos, pero las restricciones por el coronavirus y el ambiente de la pandemia siguen manteniendo a muchas personas precavidas respecto a desplazarse.
Con todo, muchos húngaros saludaron por las calles de Budapest al Pontífice en Papamóvil Después, el Pontífice llegó a la Plaza de los Héroes de Budapest, vigilada por las estatuas de los reyes y caudillos de la antigüedad, incluyendo el rey San Esteban, que cristianizó el país definitivamente, y el rey caballero San Ladislao, que en el s.XI frenó invasiones paganas.
Esta Hungría que habla una lengua extraña, sin ninguna relación con las de sus vecinos latinos, eslavos ni germánicos, celebró casi toda la Eucaristía en latín, la lengua imperecedera de la Iglesia universal.
En la enorme plaza donde hace apenas 30 años un régimen comunista aún impedía las expresiones religiosas, el Papa Francisco predicó en italiano y recordó que el camino cristiano no es una búsqueda del éxito, sino “ir adelante por la vida con su misma confianza, la de ser hijos amados de Dios”.
3 pasos para ser discípulo de Jesús
La liturgia del día planteaba la pregunta que Jesús formuló a sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”.
“Ellos conocían bien a Jesús, ya no eran principiantes. Tenían familiaridad con Él, habían sido testigos de muchos de sus milagros, se maravillaban de su enseñanza, lo seguían adonde quiera que fuese”, señaló el Pontífice. Y, sin embargo, “aún no pensaban como Él. Faltaba el paso decisivo, ese que va de la admiración por Jesús a la imitación de Jesús”.
El Papa animó a dejar de ser meros admiradores de Jesús para ser discípulos de Jesús, y el discípulo, dijo, ha de dar tres pasos: anunciar a Jesús, discernir con Jesús y caminar siguiendo a Jesús.
Sobre el anuncio, dijo que “la Eucaristía está ante nosotros para recordarnos quién es Dios. No lo hace con palabras, sino de forma concreta, mostrándonos a Dios como Pan partido, como Amor crucificado y entregado. Podemos añadir mucha ceremonia, pero el Señor permanece allí, en la sencillez de un Pan que se deja partir, distribuir y comer”, proclamó el Papa. Jesús, recordó, «se hace siervo; para darnos vida, muere. Nos hace bien dejarnos desconcertar por el anuncio de Jesús”.
Sobre el discernir con Jesús, animó a «estar en adoración ante la Eucaristía para contemplar la fragilidad de Dios”. “Dediquémosle tiempo a la adoración. Dejemos que Jesús, Pan vivo, sane nuestras cerrazones y nos abra al compartir, nos cure de las rigideces y del encerrarnos en nosotros mismos, nos libere de las esclavitudes paralizantes de defender nuestra imagen, nos inspire a seguirlo adonde Él quiera conducirnos”.
Sobre caminar siguiendo a Jesús, detalló que es «ir adelante por la vida con su misma confianza, la de ser hijos amados de Dios. Es recorrer el mismo camino del Maestro, que vino a servir y no a ser servido. Es dirigir cada día nuestros pasos al encuentro del hermano. Hacia allí nos lleva la Eucaristía, a sentirnos un solo Cuerpo, a partirnos por los demás”.
El Papa Francisco animó a dejar “que el encuentro con Jesús en la Eucaristía nos transforme, como transformó a los grandes y valientes santos que ustedes veneran, pienso en san Esteban y santa Isabel [refiriéndose a la princesa húngara del siglo XIII, cuidadora de enfermos y patrona de enfermeras]. Como ellos, no nos contentemos con poco, no nos resignemos a una fe que vive de ritos y de repeticiones, abrámonos a la novedad escandalosa de Dios crucificado y resucitado, Pan partido para dar vida al mundo. Entonces viviremos en la alegría; y llevaremos alegría”.
Así, insistió, «el camino en pos de Jesús invita a mirar hacia adelante, a acoger la novedad de la gracia, a hacer revivir cada día dentro de nosotros ese interrogante que, como en Cesarea de Filipo, el Señor dirige a sus discípulos: Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”.
Recordó los dos nuevos beatos polacos
Al finalizar la misa, en el rezo del Ángelus, el Papa mencionó que «no muy lejos de aquí, en Varsovia, dos testigos del Evangelio son proclamados beatos: el Cardenal Esteban Wyszyński e Isabel Czacka, fundadora de las Hermanas Franciscanas Siervas de la Cruz. Conocieron de cerca la cruz: el Primado de Polonia, arrestado y segregado, fue siempre un pastor valiente según el corazón de Cristo, heraldo de la libertad y de la dignidad del hombre; sor Isabel, que perdió la vista muy joven, dedicó toda su vida a ayudar a los ciegos. Que el ejemplo de los nuevos beatos nos estimule a transformar las tinieblas en luz con la fuerza del amor”, rezó el Papa. (Lea la crónica y vea el vídeo de esta beatificación aquí en ReL)
Y despegó hacia Eslovaquia: viaje relámpago
Tras la misa, el Papa se trasladó rápidamente al aeropuerto de Budapest, donde después de una breve ceremonia de despedida él y su séquito (incluyendo numerosos periodistas) despegaron hacia Bratislava, la capital eslovaca, cuando casi eran las 3 de la tarde.
Así, su paso por Hungría cubrió menos de 8 horas, desde su llegada a las 8 de la mañana al país magiar. Francisco es el segundo Pontífice que visita Hungría y Eslovaquia; Juan Pablo II estuvo en Hungría en 1991 y 1996, y en Eslovaquia en 1990, 1995 y 2003.