PRIMERA LECTURA
Antes esperábamos en el Mesías. Vosotros habéis sido marcados con el sello del Espíritu Santo.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 11-14
Hermanos:
En Cristo hemos heredado también los hijos de Israel, los que ya estábamos destinados por decisión del que lo hace todo según su voluntad, para que seamos alabanza de su gloria quienes antes esperábamos en el Mesías.
En él también vosotros, después de haber escuchado la palabra de la verdad – el evangelio de vuestra salvación -, creyendo en él habéis sido marcados con el sello del Espíritu Santo prometido.
Él es la prenda de nuestra herencia, mientras llega la redención del pueblo de su propiedad, para alabanza de su gloria.
Palabra de Dios.
Sal 32, 1-2.4-5. 12-13
R. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R.
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R.
Aleluya Sal 32, 22
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.
EVANGELIO
Hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 1-7
En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos:
«Cuidado con la levadura de los fariseos, que es la hipocresía, pues nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse.
Por eso, lo que digáis en la oscuridad será oído a plena luz, y lo que digáis al oído en recámaras se pregonará desde la azotea.
A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más.
Os voy a enseñar a quién tenéis que temer: temed al que, después de la muerte, tiene poder para arrojar a la “gehenna”. A ese tenéis que temer, os lo digo yo.
¿No se venden cinco pájaros por dos céntimos? Pues ni de uno solo se olvida Dios.
Más aún, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados.
No tengáis miedo: valéis más que muchos pájaros».
Palabra del Señor.