PRIMERA LECTURA
Daré gloria al que me ha dado sabiduría.
Lectura del libro del Eclesiástico 51, 17-27
Te daré gracias y te alabaré, bendeciré el nombre del Señor.
Desde joven, ante de viajar por el mundo, busqué sinceramente la sabiduría en la oración.
A la puerta del templo la pedí, y la busqué hasta el último día.
Cuando floreció como racimo maduro, mi corazón se alegró.
Entonces mi pie avanzó por el camino recto, desde mi juventud seguí sus huellas.
Incliné un poco mi oído y la recibí, y me encontré con una gran enseñanza.
Gracias a ella he progresado mucho, daré gloria a quien me ha dado la sabiduría.
Pues he decidido ponerla en práctica, me he dedicado al bien y no quedaré defraudado.
He luchado para obtenerla, he sido diligente en practicar la ley, he tenido mis manos hacia el cielo, lamentando lo que ignoraba de ella.
Hacia ella he orientado mi vida y en la pureza la he encontrado.
Desde el principio me dediqué a ella, por eso no quedaré defraudado.
Palabra de Dios.
Sal 18, 8. 9. 10. 11
R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R.
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.
Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila. R.
Aleluya Cf. Col 3, 16a. 17c
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza, dando gracias a Dios Padre por medio de Cristo. R.
EVANGELIO
¿Con qué autoridad haces esto?
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 11, 27-33
En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras este paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le decían:
«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad para hacer esto?»
Jesús les respondió:
«Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto: El bautismo de Juan ¿era del cielo o de los hombres? Contestadme».
Se pusieron a deliberar:
«Si decimos que es del cielo, dirá: “¿Y por qué no le habéis creído?” ¿Pero como vamos a decir que es de los hombres?».
(Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta).
Y respondieron a Jesús:
«No sabemos».
Jesús les replicó:
«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».
Palabra del Señor.