Lecturas de preparación del Domingo de la Santísima Trinidad

1. Lectura del Evangelio del Domingo de la Santísima Trinidad.

EVANGELIO
Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

Lectura del santo Evangelio según San Mateo, Mt 28, 16-20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».

Palabra del Señor.

2. Lectura de la Madre Trinidad

«Dios es un misterio de unidad…” Opúsculo 15, pp.27

¡Oh inefable sabiduría del Subsistente Ser! sido, vivido y disfrutado saboreablemente en el
recóndito misterio de su arcano insondable; en una intercomunicación consustancial, tan
íntima, deleitable, profunda e interretornativa, que Dios se es el Ser esencial e intrínsecamente vivido en sí, por sí y para sí, ¡hondo…!, ¡dentro…!, no sólo siendo en su vida trinitaria lo que es y cuanto es en infinitud infinita de ser, pudiendo sérselo y estándoselo sido en disfrute gloriosísimo de Divinidad; sino que se lo es y se lo viven las divinas Personas unas en las otras en la profundidad honda e insondable de su inagotable, exuberante e infinito misterio.

Cosa que el Señor, por un beneplácito de su infinita voluntad, hizo ver a mi alma, una vez
más, el día 9 de enero de 1967; introduciéndome en el consustancial y secretísimo misterio de su infinita profundidad, tan sólo para que lo manifestara como miembro vivo y vivificante de la Santa Madre Iglesia, que tiene que mostrar a esta Santa Madre tal cual es, con cuanto, para que lo comunique, el Infinito Ser imprime en lo más profundo e íntimo de la médula de mi espíritu; invadiéndome con su sabiduría amorosa, para que lo proclame «con ocasión y sin ella» en mi cántico de Iglesia