El arzobispo pide a las familias «que no nos desentendamos de nadie»

En vísperas del III Domingo de Pascua, el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, lanza un nuevo vídeo en el que invita a las familias a leer la parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 25-37) y les pide «que no nos desentendamos de nadie».

En esto se levantó un maestro de la ley y le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?». Él respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo». Él le dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida». Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?». Respondió Jesús diciendo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».

El purpurado explica que, de forma especial en este tiempo de pandemia, «tenemos que darnos la mano todos» y mirar al prójimo como el Señor, que, como recuerda, «nos ama» y no nos abandona.

Así, anima a niños, jóvenes y adultos a pensar «qué situaciones son aquellas de las que no nos podemos desentender». «¿Qué podemos hacer nosotros? Arrodillarnos ante los demás, son imágenes de Dios. No puedo permitir que una imagen de Dios se destruya», asevera.